La curiosidad, deseo innato al ser humano por conocer lo que no sabe, ha dado lugar a la existencia en todas las épocas de personas que se dedican a transmitir información de diversa naturaleza.
Así, nuestros ancestros medievales conocían algo más de su mundo gracias a los juglares, graciosos saltimbanquis que pueden ser considerados el germen del periodista actual; si bien ellos se dedicaban, sobre todo, a relatar hazañas caballerescas ensalzando un orden social rígido y claramente delimitado. Como no existía la imprenta, la difusión era oral, acompañada por música.
Hoy día, inmersos en la denominada Era de la Información, contamos con periódicos impresos, informativos radiofónicos y televisivos, enmarcados en la difusión visual, oral y audiovisual respectivamente, sino que cualquier periódico cuenta con el soporte digital en internet, lo que posibilita una información instantánea a la vez que rompe con la unidireccionalidad comunicativa a la que nos relega cualquier sistema comunicativo que no contemple el feed-back. Así, cualquiera de nosotros puede hacer comentarios a las noticias e interactuar con otros “comentaristas” que ya hayan opinado.
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